domingo, 19 de julio de 2015

La paradoja del mapa de la corrupción mexicana


19/07/2015

Hay que aprovechar la fuga del Chapo. ¿Aprovecharla para qué? Para hacer pública la corrupción en México. Es una paradoja: todo mundo sabe qué tan corrupto es el país pero nadie sabe realmente cuánto lo es. Más exactamente, diría que nadie lo sabe PORQUE todo mundo lo sabe. Toda noticia nueva nos suena a vieja: “¿Se fugó el Chapo? Ja, no me digas. ¿Y ahora de cuál penal? ¿Qué te sorprende? Ya sabes cómo se manejan esas cosas”.



En México todo mundo sabe que la corrupción es generalizada y, sin embargo, pocos la podrían ubicar puntualmente en un mapa político. Y aún más pocos son quienes podrían dar cuenta de las profundidades del fenómeno. En conclusión, todos sabemos del mapa pero sus lineas nos parecen borrosas: no tienen cuerpo ni profundidad. Que la clase política mexicana es corrupta es una idea bien sedimentada pero muy difusa en nuestra conciencia.


¿Cuáles son los puntos que forman las lineas de este mapa? Todos sabemos que la corrupción tiene su madriguera más cálida en el Estado mexicano. Es un hecho. Sin embargo, pocos son los casos que en la administración actual pueden ser ubicados (#Ayotzinapa, #Tlatlaya, #Casablanca) y eso se debe a la presión internacional que los mexicanos pudieron lograr en algún momento –empezando por los padres de los desaparecidos y terminando con las empresas de información, pasando por una infinita y deversísima cadena. Los demás casos, o fueron enterrados por dictámenes oficiales (#Fraude2012 y la resolución del #TEPJF), o están en proceso de serlo (#GutierrezdelaTorre y su #Reddeprostitucion, por ejemplo), o siempre están en la dimensión del rumor (lavado de dinero en campañas electorales, investigaciones penales viciadas por intereses criminales) o simplemente están tan sedimentados que se obvian (colusión del crimen organizado con la clase política). Por eso, pese a que la corrupción es generalizada, es pública y se sabe de ella, el mexicano no la puede percibir realmente, no la ubica, no conoce su extensión, no le da cuerpo y no puede rastrear hasta dónde topa.


Es verdad que actualmente nadie sabe bien a bien hasta dónde permea este fenómeno en las instituciones del Estado, pero también es verdad que el Estado no tiene nigún interés en conocerlo. Las políticas de acceso a la información y las políticas de transparencia son burlas; no hay interés por que se sepa de, por ejemplo, la infiltración del crimen organizado en la administración de las cárceles. Aprovechemos la fuga del Chapo para darle cuerpo, contorno, extensión y peso a este nudo de corrupción; para poder construir la percepción, es decir, para poder ver lo que ya todos sabemos pero que no podemos percibir realmente. Si le seguimos la pista, quizás lleguemos a conocer la profundidad de este fenómeno de dimensiones monstruosas. Es una tarea tan difícil como colectiva y revolucionaria avanzar en la elaboración del mapa de este suelo político mexicano, el suelo bajo el cual se extiende el rizoma de la corrupción hasta profundidades insospechadas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario